miércoles, 1 de septiembre de 2010

Una pasada fugas por el Kremlin de algodón y un çay en Selçuk mirando cigüeñas.


Los buenos momentos de la vida no están hechos de lujos, opulencia o maravillas naturales, adormecido tumbado en la grama de un parque, a la sombre de un árbol, en compañía de buenos amigos, cubiertos por una tertulia varia, se obtiene un buen momento, hace especial un sitio que sin eso sería un sito mas para el olvido, en esta oportunidad siempre recordare Konya.
Dado que a Elenita, la pareja de Gonzola no le gustaba viajar de noche, porque que no podía dormir en los buses, acepte viajar con ellos de día para no romper el grupo y claro porque no, para cuidar un poco de mis pijos amigos. Saliendo de Göreme a primeras horas de la mañana, solo pudimos llegar a Nevşehir, cuando el autobús se averió misteriosamente, el chofer y el carreteromozo lo revisaban concienzudamente, yo esperaba pacientemente, total en mi tierra eso es usual y la mayoría de las veces terminan por resolver la falla, este no sería nuestro caso, esperamos durante horas y nada, así que me baje del bus a indagar que pasaba y sorpresa, ninguno de los dos sabían que hacerle al motor, pasaron dos horas solo observando detenidamente, puse así manos en grasa y aplique mis conocimientos mecánicos adquirido en mis innumerables aventuras en mi todo terreno, luego de un análisis del la falla presentada y una detenida observación del motor, el desperfecto era evidente, bomba de aceite rota, el chofer se alegro mucho muchísimo cuando le dije que conocía la falla, inclusive el chofer especulo con que la reparara, el detalle es que necesitaría una bomba de aceite nueva para ese motor, herramientas especializadas, un ayudante y como doce horas de trabajo salvaje, así que mi solución inmediata fue mandarlos a la mierda y pedir que enviaran un bus de reemplazo, total yo era solo un pasajero y no era mi responsabilidad, aunque reconozco que por dentro quería quedarme desarmando ese motor y ayudando esa gente, solo que así retrasaría mas a mis amigos.
El bus de reemplazo apareció, claro con cuatro horas de retraso, cuatro horas de retraso que para nada fueron aburridas, un ambiente lleno de grasa y carburante siempre estimula buenas conversaciones entre hombres, y lo mas asombroso siempre uno termina bebiéndose una coca cola o una cerveza, en este caso como estaba entre musulmanes fue una coca cola, aunque en realidad con el sol de la Capadocia lo único que deseaba era una cerveza. El retraso rompió la conexión que Gonzola había planeado en Konya con Denizle, así que no quedo de otra que quedarnos toda la tarde en Konia, Anita estaba histeria, todo el día solo repetía "Tío es imposible que estén tan tranquilos, es que el bus se dañoooo", "Son unos despreocupados", "No hacen bien su trabajo", yo solo reía y trataba de dormir o desviaba la conversación con algún chiste verde, total siempre le decía “no te estreses no hay un retraso real solo la oportunidad de disfrutar un momento no planificado”.

Así fue como terminamos acostados en una plaza, justo al lado del otogar de Konya, sin prisa de nada, los boletos estaban comprados ya, y por mucho que protestara Anita el bus no iba a salir antes. Ya hace días mi cuerpo pedía un descanso, un día sin hacer absolutamente nada, sin pensar en nada, esta fue mi oportunidad, la mesa estaba servida, solo me quedaba disfrutar de ella. Ya tras escuchar el penúltimo adhan, el estomago empezó a ronronear y justo con estirar la cabeza divisamos un restaurant a orilla de la calle que prometía buena comida. El presentimiento no fallo, comimos divino, fue también la cena de despedida de mi amiga Mari, quien dado el retraso debia volver a Estambul sin ver Pamukale, esa fue sin lugar a dudas la mejor comida que tuve en Turquía, no solo por los sabores, si no por la compañía y la conversación. Ya la hora de salida se acercaba y tocaba despedir a mi amiga, compañera de miles de aventuras, compañera en momentos tristes y alegres, compañera siempre compañera, esta vez fueron cuatro años sin verla, espero que el próximo encuentro no sea tan lejano, aunque si en otro destino bien exótico. Para colmo de Ana, tuvimos que viajar de noche, ya no tenía fuerzas para pelear, o sencillamente se iba resignando y aceptando la realidad tal cual es, sin poder influenciar significativamente sobre ella, ya sus hombros se veían menos tensos y le daba como igual la movida.

El viaje nocturno a Denizle se me hizo corto y nada molesto, a primera hora estábamos en el otogar, solo tomamos el minibús y ya íbamos camino a Pamukale, llegamos al poblado muy temprano, todo cuanto mirábamos estaba cerrado hasta Pamukale, después de instalarnos nos lanzamos a recorrer el parque, no sé si sea, la sensación de incredibilidad de estar allí, pero cuando estas al lado de esas formaciones no se ven tan bonitas como en las fotos que se muestran de ella, bueno también las piscinas donde uno se baña son artificiales, eso ya de por si le quita mucho encanto, aunque reconozco que caminar por allí es muy cercano a caminar sobre nieve, solo que con calor. Ya detrás de Pamukale se encuentra la Hireapolis, unas ruinas bien entretenidas de recorrer, sobre todo a primera hora del día cuando el sol aun no calcina y es medianamente benévolo, ya de bajada decidimos darnos un baño en las Termopilas, luego tributo al torniquete, que sería uno de los últimos tributos que pagaría, entramos a algo parecido a un spa, solo que este era un spa ruso, rusos por todas partes, letreros en rusos con palabra conformadas solo por consonantes, conversaciones en ruso, gente colorada, dientes choretos y pelo amarrillo por doquier. Meterse en esa agua fue una sensación un poco extraña, tibia y con una consistencia un poco efervescente, irrita un poco la vista y da un poco de taquicardia, se va nadando entre ruinas y rusos, unos jardines bien vistoso rodean el mega jacuzzi, ya después de una hora metido allí reconozco que me fastidie, ni si quiera podía ligar con alguna chica linda de esas porque no se hablar ruso y no me interesa mucho aprenderlo. Ya al salir e ir a mi casillero, tuve una de las visiones mas horrendas de mi viaje, una morsa gigante, de unos ciento veinte kilogramos, se desnudo completamente justo en frente de mi, trate de desviar la vista, no por respeto si no por salud mental, pero donde quiera que miraba esta allí, solo quería que el suelo fuese de arena y poder echarme un puño de arena en los ojos, para así calmar mi sufrimiento.
Ya con un trauma fijo en mi psiques, y en compañía de mis amigos dejo las instalaciones de las Termopilas, el sol era salvaje, insolente y altanero, “coño e´ madre” como dijéramos en mi tierra, te quemaba la nuca y al mismo tiempo te quemaba la cara, para colmo el camino de bajada estaba colapsado, no cavia un alma rusa mas, los únicos hispanos hablantes allí éramos nosotros, tres, creo que algún grupo de turcos se sentirían igual que nosotros, aislados lingüísticamente, de mas esta decir porque lo llame Kremlin de algodón. Esa noche me tocaría despedirme de mis dos compañeros, no sin antes compartir una cenita nada espectacular, con una vista super espectacular del atardecer sobre Pamukale, seguido a la cena nos dedicamos a degustar algunas Efes sentados en unos puf comodísimos a orilla de una piscina, desde ahora el viaje seria en solitario, pero estaba en Turquía no viajaría mucho rato solo. Dejando mi pensión con el alba, me embarco en un tortuoso minibús, otra vez el loco sistema de venta de boletos turco atentaba contra mí, me asignaron el último puesto, con un espacio inhumano, no había forma de acomodar mis piernas allí y el ángulo del asiento era inferior a 90°, la ventaja es que sería un viaje corto, pero no hay corto cuando se está incomodo, solo miraba mis mapas y calculaba las distancias para saber cuánto faltaba para llegar a Selçuk, ya faltando poco el minibús quedo casi vacio así que pude relajarme y mirar con una sonrisa por la ventana, al detallar en el horizonte, sobre una torre eléctrica diviso un nido que me pareció muy familiar, era el nido de una cigüeña con sus pichones, nunca había visto una en vivo y directo, de niño mi programa favorito era uno sobre vida silvestre, pero al parecer era grabado en Europa y tenía muchos capítulos dedicados a las cigüeñas, por eso desarrolle un culto hacia ese pájaro y verlo allí tal cual en el programa fue muy placentero, ya más adelante las vería mas cerca.

Por fin en Selçuk dedico algunos minutos a ubicarme e instalarme en un hostal, y dado que las habitaciones de los hostales no son las más idóneas para descansar durante el día me largue a la calle en búsqueda de Efesos, de buena gana alguien me explico que tomara el dolmus y que me bajara en una esquina y tomara allí un taxi, que taxi ni que nada yo soy un renegado, así que me decidí por caminar, siempre con el sol a cuestas, aunque cuando no se piensa en el no se siente, luego de unos veinte minutos estaba a las puertas del anhelado Efesos, luego de ser timado con una entrada de 10 eurucos, entro por un pasillo franqueado de pinos, estos te regalan su sombra y permiten que una suave brisa te refresque, preparándote para seguir carbonizándote, claro quien en su sano juicio se aventura por esos parajes a las dos de la tarde. Tras caminar unos doscientos metros me encuentro cara a cara con una de las ruinas que vine a ver a Turquía (la primera era Santa Sofía), la biblioteca de Celso. Después de un breve detalle, mi impresión y ilusión se desvanece un poco, al descubrir un filamento de acero asomando entre la roca, eso era una “cabra” (termino venezolano para definir un engaño), ya que los que construyeron eso no usaban acero, afinando mas la vista se ven suplementos e infinidad de detalles estructurales que indican de que todo fue reconstruido recientemente. Creo que fue un poco de inocencia de mi parte, pretender que una estructura tan antigua se mantuviera en pie después de tanto tiempo, pero de algo hay que formar los sueños en esta vida.
Imaginándome en tiempos pasados, visualizándome en ese lugar donde está la biblioteca, concluyo que seria idóneo para encontrarse con los amigotes, fíjense que frente a frente a la biblioteca están las ruinas de un burdel gigante y tras del burdel unas letrinas para cincuenta personas, imaginen decirles a sus esposas “Amor voy a la biblioteca a encontrarme con mis eruditos amigos”, claro te encuentras con ellos frente a la biblioteca y te vas de putas, al volver a casa cuando te pregunten ¿Qué hiciste?, responderías sin mentir “Verme con los muchachos en la biblioteca”.
Esa esquina es el propio rincón para el relax de un hombre cualquiera de cualquier época, irías a la biblioteca, leerías hasta que te sangren los ojos, saldrías hecho todo un intelectual y con mucha labia (vocabulario rico), entrarías al burdel, coquetearías con todas las prostitutas, te emborracharías algo y ya antes de irte a tu casa entrarías a la megaletrina y depondrías junto a cuarenta y nueve tipos, fanfarroneando sobre de tus hazañas en el burdel.

De regreso a Selçuk decidí caminar todo el trayecto haciendo vista gorda del dolmus, antes de llegar a la ciudad me desvié a conocer Artemisia, de ese templo que en otrora fuera una de las siete maravillas del mundo, solo queda una columna (de mas esta decir que fue reconstruida), acá mi deleite fue observar mis cigüeñas, estas plantaron su cuartel general sobre la única columna de Artemisia, estas le daban un toque de vida a esa inerte columna, iban y venían con deliciosas ranas para sus polluelos, estos las esperaban con ese peculiar sonido que ya había escuchado en mi niñez cuando miraba tv, una especie de “cock-cock-cock”, seco y constante, sentarme allí a descansar mis pies, observando esos animales me relajo muchísimo.

De regreso a mi hostal no me quedo de otra que a recostarme en las áreas sociales, el lugar estaba lleno de europeos fríos como un trozo de hielo, al parecer responder las buenas tardes les quitaban años de vida, con ese paisaje solo me quedo meterme de cabeza a escuchar música, hasta que uno de los encargado del hostal al ver mi gesto se a cerco y comenzó a charlar conmigo, a la final me invito a tomar el çay en un “ambiente mas amistoso”. Nos instalamos en una plaza frente al otogar, un sitio de paz absoluta, las palabras a veces sobraban, la comunicación fluía como agua en un manantial, sin prisa y de manera relajada, iba percibiendo de a poco la esencia de los turcos, gente noble, amantes del arte de la conversación, del lenguaje corporal, el çay es solo la escusa para conversar, la conversación esa tarde la asemejo con la brisa refrescante, cuando me detenía debajo de una sombra y mi soleada caminata.

domingo, 29 de agosto de 2010

De paso por Piedradura

Una sensación de ansiedad embriaga mi cuerpo, cada vez que me toca dejar un sitio que goce de mi agrado, mientras viajaba en el metro al otogar contemplaba un poco Istanbul, no con nostalgia, sino con sed de aventura, dejaba esa fabulosa ciudad con la promesa de adentrarme en el corazón de un país rico en tradición, cultura, historia y sabores, a continuación comenzaría la etapa del viaje que llame “las pasantías”.

Esperando por la salida de mi bus, detrás de mi escucho una discusión de una parejita que en principio no le di importancia, hasta que sin querer diferencie el idioma de la discusión, era español, un poco distinto al mío pero lo entendía, discutían por algo referente a cual era o no el bus y sobre si estaba retrasado algunos minutillos, para mí no hay retraso que rompa con mi serenidad, total ya venia con un retraso de un día, que lo capitalice con una visita no planificada a Roma. Ya teniendo en común el idioma me decidí por romper el hielo preguntando alguna idiotez, al parecer la pareja tenía rato sin hablar con nadie en español y tuvieron el mismo gesto que yo al hablar, una expresión como de alivio.
Un viajecito de toda la noche en un autobús ejecutivo (un poco mas incomodo que los buses camas venezolanos pero si mucho mas limpio), con una muy buena temperatura interna y una atención casi estresante a cargo de un “carreteromozo”, maniático del orden y limpieza, repartiendo a cada rato, té, café, jugo y gaseosas, pero lo mas loco, irritante y nunca visto por mi era el ritual de repartir colonia o agua olorisada entre todos los pasajeros, el carreteromozo tomaba el envase con sumo protocolo, algo así como toman la botella de vino los meseros en los restaurantes caros, iba asiento por asiento ofreciendo el refrescante elixir, las personas respondían colocando las 2 manos al frente y el encargado literalmente llenaba la cavidad entre ellas, seguido a eso los pasajero se echaban sobre el pelo el liquido, luego frotaban las manos entre si y las pasaban por todo el cuerpo, a la primera oferta de colonia la acepte, mas por querer por experimentar, bueno me lamente toda la noche ya que la pase con alergia.
De la pareja con la que converse antes de embarcarme en el autobús, ya conocía sus nombres eran Gonzalo (conocido entre los turcos como Gonzola) y Ana, a estos les había ocurrido algo que para el momento me resultaba extraño, compraron sus boletos muy tarde y les vendieron dos asientos separados, esto es usual cuando se compran los boletos tardes, pero el bus no estaba lleno ni a la mitad, bueno como buenos latinos no dieron importancia al asunto sentándose juntos, lo extraño vino cuando apareció un chico reclamando el puesto de al lado de Gonzalo, este era un chico de unos dieciocho años no mas, Gonzalo trato de negociar con él para que se sentara en el puesto original de Ana, pero este se negaba rotundamente alegando algo en turco que no entendíamos ninguno de los tres, a la final mediamos con el carreteromozo, este nos explico que al lado del puesto de Ana iba una señora y que por alguna razón esa señora no podía sentarse al lado de un hombre, cosa que no comprendimos, total eran turcos los 2, podían hasta conversar y llevarse bien. Indagando en días siguientes descubrimos que en los países islámicos se suelen vender los boletos de bus clasificados por género y que bajo ningún concepto un hombre solo se sentara al lado de una dama a menos que esta vaya con él, triste presagio para mí.

Con el amanecer y las primeras vistas de Anatolia central algunos pensamientos rompen mi serenidad, recuerdos sobre mi padre, los planes que le contaba y de la hermosura de las que especulábamos tendrían estas tierras, al ver esos extensos sembradíos de girasoles, en espera del sol que abran de seguir, mis ojos se aguaraparon, rompiendo mi rostro con una lagrima, esos campos no producían tristeza en mi solo mis recuerdos la traían a mí.
Ya por fin en Nevsehir me asombro con el “peladero de chivo” que es la localidad pero este caso es distinto así que lo llamare “peladero de ovejas”, la diferencia entre los dos radica en que un “peladero de chivos” es un lugar árido, infértil, caótico, con poca vegetación y casi sin ninguna infraestructura humana, donde la vida se abre paso a duras penas y solo hacen de las suyas los chivos o cabras, que son animales muy resistentes a las adversidades, en cambio un “peladero de ovejas”, es un lugar árido, infértil, organizado, urbanizado, con buenas facilidades para hacer el suelo fértil (sistemas de riego), donde las ovejas pastan tranquilamente. Por acá la gente saca el jugo de lo mínimo que la naturaleza ofrezca, justo en medio de la nada se divisa un parcho verde y húmedo, allí en medio de un campo pedregoso y amarrillo estaba un sembradío de jugosas hortalizas, es una buena imagen de los que es Anatolia y su gente, son tenaces y trabajadores, con una belleza sencilla y una complejidad tremenda detrás de ellos.
Justo con bajar del autobús ya había caído en las manos de un promotor turístico, hice un negocio con el que me pareció bueno, aunque la mayor de las ganancias es que el hospedaje que me dio es justo el mismo de mis amigos españoles. Sin tenerlos planificado ya iba montado en un minibús a Göreme, sin preocuparme ni un poquito disfrute mi paseo. Al principio buscaba infructuosamente las fulanas cuevas y formaciones de la Capadocia, me sentía timado, donde estaban esas fulanas formaciones de la Capadocia. Luego de rodar algunos minutos que atónito, estaba bajando a un valle plagado de formaciones rocosas alucinante, parecen nubes pero de piedra, se respira un aire distinto, el sol es contundente y salvaje, pero aun así voy loco por bajar del minibús y adentrarme en ese laberintoso valle.

Gümüş Cave Hotel, sería mi posada administrada y dirigida nada más y nada menos que por El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su vasallo Sancho Panza (los bautice asi por la similitud en su relación con la de los personajes literarios y porque el “jefe” estaba un poco muchísimo tocado de la cabeza). Luego de instalarme en mí cueva me dispuse a conocer las inmediaciones, entre ellas “El museo al aire libre de Göreme”, este es un sitio donde se concentra mucha de la historia de la zona, con iglesias, monasterios, tumbas, barracones todos ellos escavados en la roca solida, todo allí es hermoso y acogedor, principalmente capto mi atención y encanto la “Tokali church”, una diminuta iglesia que se encuentra antes de entrar al museo, en el interior de ella vi los mejores frescos sobre la historia cristiana que jamás haya visto en mi vida. Alguien con un buen puesto en mis pensamientos alguna vez me dijo: “El arte para ser arte debe trasmitirte los sentimientos que el artista experimentaba a la hora de hacer la obra, o quería que el espectador experimentara”. Al ver el interior de esa pequeña iglesia esa expresión todo sentido y lógica dentro de mí, no suelo ser muy religioso, pero ver la historia de Cristo allí representada, con sumo detalle es muy espiritual, aunque observando a detalle se detecta algo bastante peculiar en las pinturas, en las que estaban más bajas faltaban los ojos de las personas representadas, todas a la altura de una persona promedio con su brazo en alto y sosteniendo en la punta una espada, según lo que indague cuando los musulmanes llegaron a esas tierras se ocuparon de suprimir todo rastro de cristianismo de ella.
Al ver el interior de esa diminuta iglesia, sentí un respeto inmediato por el sacrificio que hizo Jesucristo, capte sus charlas con los doce apóstoles, sentí su tormento a la hora de su crucifixión, entrar en esa diminuta cueva de no mas de 6 metros por 6 metros, me hizo pensar un poco en la esencia misma de la cristiandad, y como dio un cambio de una diminuta y acogedora cueva a un gigantesco, opulento y frio Vaticano.

Ya para terminar el primer día en la Capadocia me decidí por alquilar una bicicleta de montaña y salir a rodar en compañía de Gonzalo, Anita y Mari, como en todas mis aventuras en bicicleta me di una perdida y junto a ella unos buenos coñazos, nada de morir solo los necesarios, en mis andanzas termine en un sembradío de calabazas, detrás de un hotel de lujo, por un escarpado y estrecho caminito, en un aislado valle, este valle me enamoro, lo tenia para mi solo, no debía compartirlo con molestos turistas, guías o cobros de entrada. El valle estaba lleno de “chimeneas”, torreones de rocas formados de manera natural, al pie de una de estas chimeneas encontré una cómoda roca donde acostarme un rato a recuperarme de la pedaleada y mirar mis pensamientos reflejados en las nubes. Una breve siesta sobre mi roca, me transporto a otra dimensión, eres totalmente igual a la original, era el mismo tiempo pero la percepción era otra, el andar pausado y relajado, no existía ni pena, ni dolor.
Tras otro breve dormir debo reconocer que las cuevas son excelentes para descansar, mientras afuera el día es cálido y soleado dentro es fresco, oscuro y húmedo, justo lo que necesitaba para recuperar las energías, esa mañana conocí al que sería mi némesis y tormento durante mi estadía en Turquía, unos pedazos de tomate, pepino, algunas aceitunas, un huevo tibio y un montón de cajitas con mermelada, miel y demás es lo que llaman “Desayuno turco”, al principio la variedad es rica, pero luego de comer veinte de esos desayunos llegas a odiarlos, de todo eso lo único que saca la cara para llenar el estomago es la cesta que ponen repleta de pan, porque el resto es solo decoración.
Un paseo loco a cargo de un loco guía loco, por entre un montón de cuevas y monasterios locos, cavados en las laderas de unas montañas locas, reconozco que eran sitios de sumo interés, aunque mi principal interés de centraba en una sur coreana sentada a mi lado, dueña de una belleza sin par, y una simpatía angelical hizo mi viaje menos pesado y tortuoso. Entre ella y yo, se fue gestando una atracción difícil de describir, desconozco cual seria la imagen que de mi se gestaba atreves de sus horizontales ojos. A la final pude incursionar en sus elusivos labios, me deleite con su rose, sus tibios labios contagiaron de calor los míos, interrumpiendo ocasionalmente por una tímida y picara risa, su cabello entre mis manos se iba enredando de a poco como si no quisiera que lo soltara y pasar a ser parte de mi, lo mejor de esto es que no formo parte de mi imaginación o tal vez si a estas altura de la vida a veces cuesta diferenciar entre lo real o lo imaginario.
Ya para cerrar un día loco nada mejor que una noche loca, y quienes mas locos que Don Quijote y Sancho, no debía ir muy lejos para encontrar diversión, solo a la recepción del hotel, con este par compartí mi última botella de ron, estos conmigo un poco de opio, nunca había tenido contacto con esas sustancias hasta ese día, pero que mierda hay que probarlo para criticarlo, entre risas y conversaciones sin sentido en ingles, turco y español se fue consumiendo la noche, detrás del ron vinieron algunos litros de efes cortesía del hotel, creo que al día siguiente al Hidalgo le quedaría mas que resaca, un cuento en cervezas.
Ya tras cinco días de andanzas, empiezo a sentir lo que viene a buscar, paz, tranquilidad, sosiego. Poco a poco el camino va relajando mi alma y brindándole energía vital y rejuvenecida.

jueves, 26 de agosto de 2010

De los sabores de Istanbul, (Efes, Cacique, Caré y charla)



Con un despertar algo retardado como es usual en mi ya, me dispongo a hacer el clásico recorrido turístico por Sultanhamet, en medio de un día nublado, algo húmedo y de agradable brisa, posible presagio de lluvia, me dirigí a la mezquita Azul, primera escala en el itinerario. Ala grande, confabulo un fuerte aguacero,estando junto a ella, no teniendo más que refugiarme en su patio interno, allí conocí el placer de estar a recostado sobre el mármol, su suave textura y su baja temperatura lo hace ideal para descansar en un día caluroso, estando allí a recostado y relajado me di el postín de disfrutar la divina arquitectura de la mezquita, sus azulejos, sus cúpulas y toda su paz. Para entrar a la mezquita hay que seguir un protocolo, hacer una cola, quitarse los zapatos y respirar profundo anticipando el asombro, su amplio interior con los techos altísimo, ventanales súper iluminados hacen sentir diminuto e insignificante a la persona con el ego más grande de todos, el caminar descalzo por esas alfombras relaja muchísimo y para aquellos que hablan de que su interior huele a pies lamento defraudarlos al decir que solo huele a humedad producto de las alfombras.


Santa Sofía, creo que era la edificación con las que mas soñaba conocer en mi viaje, dos meses antes de mi viaje todo se relacionaba con ella, mis sueños, mis fantasías, mis lecturas y mis conversaciones y al estar allí parado haciendo la cola para entrar se gestaba en mi cierto dejo de incredibilidad, era así como que “a si ahorita suena el despertador y a trabajar”, pero no el sueño seguí, tenia el ticket en la mano y lo leía en turco, ya eso era más que un sueño, no se hablar turco, aunque mi mente es muy creativa y pudiera inventarlo, pero allí frente a mi estaban, las mas odiosas maquinas de todo mi viaje, las maquinas de torniquete, son esas maquinas en las que pones tu ticket, suenan y te permiten la entrada, esas maquinas no podían ser producto de mi imaginación, eran muy malignas y mezquinas para serlo. Una vez dentro de Santa Sofía me deleite con su aroma, un aroma de milenio y medio de historia, absolutamente todo es hermoso y la cereza sobre el helado resulto siendo los mosaicos del piso superior, donde sale Constantino y Zoe, este particularmente me encanto, en parte por su acabado y en parte por los personajes que lo conforman, adoro la historia de Constantino el grande y la de la emperatriz Zoe me gusta un poco menos pero comparte el nombre con mi adorada hermanita y esa similitud me condiciono a caerme en gracia.


A la salida de Santa Sofia, ya mi desayuno había dejado de ocupar espacio en mi estomago y solo dejo tras de sí un gran vacío, así que me dispuse a comerme un buen almuerzo para celebrar mi estancia. Caminando sin rumbo fijo y sin buscar nada especifico entre en el primer restaurant donde la atención se me hizo amena, al entrar me sentí un poco tonto cuando me mostraron un menú donde todos los platos salían en fotos, al lado su nombre en turco con una descripción en ingles y su costo, yo tenia una cara de indecisión y como buenos turcos me ofrecieron una oferta impelable, por 8 liras me pondrían en un plato una muestra de todo su bufet, una vez probado todo y me decidiera por algo me darían una ración de eso, a la final termine con un plato a desbordar, con un aspecto no muy apetitoso, pero con un aroma increíble, en el había cordero preparado de todas las maneras habidas y por haber, vegetales y el hasta hora desconocido (en comidas saladas) yogurt, reconozco que no era, ni soy ni seré amigo de el, pero durante mi estadía en tierras otomanas me adapte bastante a el, llegando a disfrutarlo, hasta el ayran mi absoluta criptonita llegue a beberlo un día por cortesía y controle hasta el arqueo por vomitar, mis respetos a los amantes de esos sabores, pero soy absolutamente intolerante a ese sabor, por mucho que trate e intente nunca puede asimilarlo, cosa distinta con el yogurt en la comida salada.
Siguiendo las rutas turísticas habituales y viendo lo que todo turista camino y camino y camino, sin hablar con nadie solo camino y miro, una cisterna por acá, un museo por allá y un palacio más acá. En mi visita al Topkapı Sarayı, me percato del culto macabro que acá se rinde al lujo y la opulencia, gemas de todos los tamaños y colores, gemas incrustadas en los objetos mas diversos, fruteros llenos de gemas, hasta sencillamente gemas acaparan la atención y el asombro de todos los turistas, estas gemas están en cuartos oscuros y pesados, donde el aire se siente turbio y estancado, va contra toda lógica querer estar dentro de un habitación así teniendo afuera unos fabulosos jardines, jardines que ganaron mi admiración y disfrute. Observando en detalle el diseño del palacio, descubro que los sultanes no diferían mucho de mi, en lo que a concepto de belleza concierne, a mi parecer el pedido de diseño de palacio de los sultanes fue en el siguiente orden:
Primero: ubicar la colina mas alta, desde la que se obtenga una hermosa vista del Bosforo y el Cuerno de oro.
Segundo: elaborar un jardín de ensueño que asemeje el mismísimo eden.
Tercero: construir en medio de ese jardín un palacio bastante opulento que no perturbe el jardín y tenga vistas sobre los cuerpos acuáticos.


Sencillo como eso, caminando por el palacio no imagine a los sultanes aburridos fumando opio, encerrados en esos cuartos pesados y sentadotes en sus almohadones, los imagine caminando por allí, respirando la delicia verde, y claro una que otra vez mandando a decapitar a alguien o pensando en con cual de las cientos de concubinas estarían esa noche. En resumen a mi parecer lo mejor de este palacio es la vista del Bosforo que se encuentra detrás del restaurante, es magnifica y relajante, sentado allí lo único que lamente fue no tener mi botella de “Cacique” (ron tinto venezolano) y a la chica de mis sueños y pesadillas al lado.


Mis andanzas me llevan de nuevo a Beyoğlu, esta vez con la intención de encontrarme con mi couch Huseyin Gocmez, otro viejo amigo de internet que me brindo muchísima información sobre Turquia y puso a disposición su casa para hospedarme allí el tiempo que deseara, este fue el segundo indicio para mi de la hospitalidad turca. El punto de reunión como siempre fue la plaza Taksin, allí encontré a un caballero vestido de pantalón, camisa, corbata, chaleco y un paragua, ósea el tipo de persona que jamás caminaría a mi lado en las calles, caminamos a uno de los abundantes cafés de Beyoğlu, y a seguir con la cata de cervezas Efes, por unos instantes pensé que no me gustaría la cerveza turca, hasta caí en pánico antes de probarlas, pero en realidad me encantan, tienen un gusto fuerte, pero refrescante, de color oro y una última traza dulce, mezclamos con un poco de chocolate, total nunca se esta demasiado triste para comer chocolate.
Ya en casa de mi amigo, proseguimos la cata, ahora era el turno del ron, le explique los diferentes cocteles que con el se preparan, pero al final concluí con decir que agregarle coca cola a ese ron era un pecado, así que un vaso tradicional de te sirvió para el brindis, a la final desperté delante de un tv plasma gigante con un ps3 y “God of war III”, nada nuevo para mi y muy tradicional por cierto.


Ya mi estancia en Istanbul se ve acortada y mi plan es seguir en la noche a Nevsehir, con la intención de conocer la Capadocia, pero para salir debía anochecer, deje a mi couch en horas de la mañana ya que debía trabajar, ¿Que hacer? Que pregunta tan compleja estando en Istanbul (uso la ironía), luego de mi visita al Otogar me dedique a visitar el Gran Bazar, que a mi parecer es un MegaMall especializado para vender cosas para turistas, di una caminada fugas por el y no capte a primera su encanto, de allí recordé el olor a especias en Eminönü, así que especule que ese seria el Bazar de las especias (vaya capacidad de razonamiento la mía), este otro bazar lo encontré mas autentico y practico, allí podía comprar cosas para comer de una vez, cosas que olían, que se bebían y creo que hasta se inhalaban. La cantidad de colores, olores y texturas acá dentro es asombrosa, los vendedores se esmeran porque captes con todos los sentidos y así tentarte a comprar, cosa que en principio no me habría molestado, solo que aun me quedaban tres semanas y medias de viaje.

Al salir me llamo el puerto al lado del puente Galata, y como soy un hombre de mar no me negué a tomar un paseo por el Bosforo, aunque tengo el extraño habito de que apenas montarme en un barco caigo dormido profundamente, quizás debido a mi rutina a la hora de ir a trabajar, que consiste en embarcarme en una lancha a las 6 am y viajar en ella durante hora y media hasta mi trabajo, y que mejor para prepararse antes del trabajo que llegar fresco como una lechuga. Dormir mientras navego por el Bosforo fue una buena experiencia, de a rato abría los ojos y veía las maravillas en las orilla asiática, otro rato mas veía Dolmabahçe Palace, pero el paisaje que me dejo atónico fue el de la figura de una hermosa griega que venia sentada frente a mi, de una piel color bronceado, unos ojos verdes grandes, labios carnosos, cabellera sedosa y castaña y unas piernas hermosas recubiertas por un delicado terciopelo, fue amor a primera vista, ella me miro y yo la mire, me bloquee no puede hablarle, interpreto mi silencio sonrió y no la volvió a ver mas solo en mis sueños. Esa misma tarde durante mi habitual siesta en una de los tantos jardines de Istanbul me reencontré con ella, por fin pude hablarle con claridad, que sorpresa hablaba español, la bese con vehemencia y demencia, hasta que sonó el despertador de mi celular anunciando mi despedida de la ciudad.


Dejar una ciudad con tanto encanto como Istanbul no es fácil, se piensa que no se encontrara nada mejor en el camino, pero la idea es recorrer Turquía en un mes, ya tendré tiempo de volver a mi Istanbul. Emitir cualquier opinión sobre esta ciudad distinta a que es Hermosa, placentera y mágica seria una blasfemia.

martes, 24 de agosto de 2010

El primer contacto con Istanbul


Nada mejor que caminar sin un rumbo fijo para conocer una ciudad, sin buscar nada se consigue todo y mas aun, se siente el ritmo la ciudad, se escuchan sus voces, se huelen sus aroman y se saborea su aire. Saliendo de mi hotel en una zona humilde, antigua y algo olvidada de Istanbul me sumerjo en las empedradas calles bordeadas de mohosas paredes, casas muertas, pequeños comercios y conversaciones que no entiendo. Al subir a la zona de SultanAhmet todo cambia, ya no se esta en un barrio de turcos, se esta en el centro turístico de la ciudad, por todos lados miles de turistas se amontonan como peces en un diminuto estanque, mas allá cientos de vendedores dispuestos a vender cualquier ridículo suvenir. Es cómico ver como luce un alemán con un fez de mala calidad, o como una japonesa trata infructuosamente de acomodar su eşarp y la cara de asombro de un norteamericano a la hora de comprar un helado y su vendedor monta un circo de habilidad para dispensarle el helado, literalmente le toma el pelo. A simple vista pareciera todo orquestado para sacarle la última lira a cualquier incauto, sembrando en ellos la idea de que para tener un recuerdo de un sitio deben comprarlo.
Mas allá de toda esa basura para turistas me consigo con los dos iconos de Istanbul, Santa Sofia y la Mezquita Azul, una cosa es verlos en libros y fotografías, otra muy distinta es estar parado frente a ello, en un momento de ingenuidad no creía que fueran ellos, hasta sentí que me tomaban el pelo, en realidad era que inconscientemente buscaba verlos desde el ángulo de las habituales fotografías, todo cambio cuando camine por un callejón al lado de Santa Sofía y pude tocar unas de sus paredes, ninguna fotografía capta la textura de ellos y en ningún libro la nombran, es una roca curada por milenio y medio de adversidades climatológicas, quedando algo áspera, porosa, con algunos agujeros ocasionales, en ellos caben tus dedos, al deslizar los dedos se siente como si se trancaran en pequeños bordes filosos, dando la sensación de que desgarraran la piel, cosa que nunca pasa, la temperatura de la roca es de un agradable frio, unos 18° C y su sabor medio salitroso dada la cercanía del Bosforo.

Cual perdido sigo mi errático rumbo, "sin buscar nada, lo encuentro todo" es mi consigna, conozco los Döner Dürüm turcos de cordero, son totalmente distintos a cualquiera que haya probado con anterioridad y el sabor del cordero es embriagante, de mas esta decir que fue la primera vez en probar el cordero, fue una buena experiencia pero me sentí con cara de turista pagando 6 liras por ese Döner. Continuo mi caminata esta vez con el estilo Homero Simpson en mente, “Seguir las bajadas de la ciudad hasta el mar”, al percatar ya estaba frente al Bosforo, gigantesco, impresionante y azul con una breve calima sobre el. A orilla del Bosforo se notan los contrastes de esta hermosa ciudad, obra de un ingenioso artista, el choque entre los tonos verde oscuro de sus parques, el gris de sus mezquitas, el celeste de su cielo y el azul de sus aguas, la mezcla entre lo antiguo y lo moderno, el vivir tradicional y la vida occidental, mujeres caminando con su Eşarp tomadas de la mano de sus hermanas vestidas de escote, escuchar conversaciones en ingles, mis pensamientos en español y el adhan de fondo. Conclusión en ese momento: “Esto es Istanbul, la puerta que une oriente y occidente”.

La caminata me lleva rumbo al Cuerno de oro, a lo largo de una avenida paralela al Bosforo, allí descubro lo costosa que es la gasolina por alli 2 ½ liras por litro, cuando en Venezuela lleno mi tanque por menos de eso. Dejando de lado los costos relativos de la vida solo me queda caminar, al fin frente al puente Galata, un aroma a especias envuelve el lugar, por doquier ventas de comida ambulante y sobre el agua embarcaciones restaurant vendiendo el sublime balıklı sandviç, un sencillo emparedado relleno de pescado a la plancha, acompañado de vegetales, sal y jugo de limón, esta si resulto una comida que me lleno, tanto el estomago como mi ego. Al cruzar el puente Galata pude observar a unos verdaderos pescadores, los sujetos tienen equipos de pesca súper costosos, y se instalan todo el día, con toda la paciencia que a ellos los caracterizan en espera de su presa, sorpresa la mía al ver su botín, cinco diminutos peces que no llenarían una lata de sardianas, luego de reflexionarlo un poco deduzco de que solo pescan por el simple placer de pescar, muy similar a cuando uno camina durante días a una montaña, donde no hay nada mas que montañas, sencillamente se hace porque se gusta de caminar en la montaña.

Con la noche cayendo sobre mí, y un largo día acuestas, sigo mi paso, esta vez orientándome hacia la Torre Galata, en algún lado leí de un metro que sube hasta Beyoğlu, asi que me dispuse a buscar la estación de metro, camine muchísimo pero dado a que nunca me había montado en un metro hasta en este viaje, no tenía ni idea de dónde buscarla, por fin alguien se apiado de mí y me señalo un letrero que decía “Metro -->”. La entrada al metro fue rápida, un Jeton y arriba, pensé que sería “el viaje”, pues demore más en montarme que en bajar, justo con bajar otro medio de transporte novedoso para mi, un tranvía antiguo, en este no tuve que comprar Jetons solo unas monedas en efectivo, el recorrido en el tranvía es divertido, algo frenético, entre multitudes de gente sonando la campana para que se aparten, surcando cuesta arriba Beyoğlu por istiklal caddesi hasta la plaza Taksin, este mas que un medio de transporte es un medio recreativo, en futuras ocasiones escogí caminar por esa calle, es mucho más divertido, entras en contacto con todo el mundo y puedes comer cuanto te plazca.
Beyoğlu sin lugar a duda es mi lugar en Istanbul, un barrio muy alegre, lleno de cafes, color y un aire muy bohemio, la caótica arquitectura producto de los esfuerzos otomanos por adaptarse a los estándares europeos resulta muy peculiar, interesante, hasta adorable, el contraste de las viejas edificaciones y las luces de neon lo hacen único. Sentado en la plaza Taksin, espero por un viejo amigo, un viejo amigo que nunca había visto en persona, ni siquiera había escuchado su tono de voz, el pana Huseyin Bolel, acordando de ante mano un simbolico intercambio de camisetas, pero primero lo primero un brindis en un sitio que el escogió especialmente para mi, un bar rockero el nombre del sitio “DoRock”, que según lo que me explicaron es un juego de palabras que significa “Parada del rock”. Nunca antes soñado por mi, Istanbul, rock, panas y cervezas todos juntos en una oración, con cada minuto me enamoraba mas de la ciudad, con un correspondiente “Şeref” (a honor) y el clásico “Por los culos” (mi brindis usual), comenzamos nuestra ingesta etílica. El intercambio de franelas fue el de la franela de mi equipo local “Unión atlético Maracaibo”, por una de un festival de rock pesado llevado a cabo en días anteriores en Istanbul.

lunes, 23 de agosto de 2010

La bienvenida a Turquía y el primer Adhan

Tanto entrar como salir de Roma seria totalmente deprimente, bastos pastizales resecos y amarrillos, una brisa suave y fría, y un silencio que hela la sangre, entre ese triste paisaje, brotan al azar chispas fucsias de unas pequeñas florecillas deleitando la vista con su color y osadía. Una buena metáfora antes la adversidad y los estados de tristeza, que por muy grande que se ve la situación, a detalle siempre encontraras algo que conforte el alma, no necesariamente debe ser grande o vistoso, puede ser algo diminuto pero hermoso, con un poco de color, delicadeza y inocencia se hace mas hermosa la vida.
En resumen de cuentas Roma es una ciudad hermosa, pero es mas una ciudad para compartir, mas con una persona especial, una persona con quien compartir un gelato (así pruebas mas sabores), tomar de la mano a esa persona por las callejuelas empedradas, hablar pajas con ella de las miles de aburridas ruinas y hacerlas así entretenidas y que le de su beso al coliseo asi no me delegaba inusual proeza.
Después de una fastidiosa espera en el aeropuerto romano me lance a los cielos sobre el mediterráneo, luego de 2 horas de vuelo y una defecada, me encontraba sobre volando Istanbul, por alla abajo el congestionado Mar de Marmara, mas alla el Bosforo, Tracia y Anatolia los identificaba todos como si tuviera una vida viviendo allí, algunas vueltillas mas y ya estaba pisando suelo en la antigua capital del imperio romano de oriente, tierra de sultanes otomanos y actual República Laica de Turquía.



Junto con bajar del avión no cumplí con mi promesa de tomar una gran bocanada de aire y catarla para sentir el aroma de Istanbul, ya que mi eterno compañero de viaje (malestar estomacal) me agobiaba y me apresuraba a ir al baño, pero primero debía pasar todos los controles aduaneros y de inmigración, el baño se veía lejísimos y corría el riesgo de no llegar, aunque con el entrenamiento que traía con vuelos trasatlánticos de 14 horas, creo que podría aguantar.
Reconozco que temí lo que probablemente experimentaría, para salir del aeropuerto, temor lógico después de la sacada de madre que me dio el perro italiano, reconozco que debo respeto, esos nobles animales no merecen ser comparados con personas de esa calaña. Asi que frente en alto, pecho afuera y caminar con orgullo, al llegar a los controles encontré algo totalmente distinto a los que esperaba, en el área de visado me dijeron con una sonrisota que los venezolanos no pagábamos para entrar y en el area de sellado de pasaporte apenas entendí “Welcome, you have 90 days to stay in Turkey”, estaba entre consternado y feliz era bienvenido en una tierra donde la mayoría no tienen ni idea de en que continente queda mi país de origen y encima de eso me sonríen, nooo yo me sentía en el cielo, me sentía en Istanbul.
Al salir del aeropuerto conocí la tranquilidad de pasar una puerta internacional sin que te jodan y mas adelante conocí los Jetons, una focha que uno compra para utilizar los servicios de metros y tranvía, ya de comienzo iba todo a pedir de boca, buena atención, gente muy distinta a la a acostumbrada a ver por mis latitudes y un mar de mujeres con Eşarp, cuanto cambia un rostro cuando se cubre parcialmente. En el transcurrir del paseo en metro noto una gran diferencia en el paisaje, es un tono mas verde, mas marrón y una inmensa escala de azul que comienza en el cielo y termina en el Bosforo.



Siempre he sostenido que la energía vital de mi Maracaibo querido no radica en su sol, radica en su lago, todos aca lo atravesamos, comemos de el, trabajamos en el o sencillamente nos recreamos en el, ocacionalmente nos olvidamos de que existe, salvo cambie de color con la lemna, pero generalmente no nos fijamos en nuestro vinculo con el, Istanbul tiene un inmenso vinculo con sus tres fuentes de agua, el mar de Marmara, el Bosforo y el Cuerno de oro, en esta ciudad se ve clara mente el vinculo de la gente con sus cuerpos de agua, personas pescando por todos lados, sentadas en sus orillas o sencillamente navegando por el.

Justo con bajar del tranvía recibí una cachetada contundente a mis sentidos, un delicioso aroma cortaba el aire, infinidad de colores por doquier, una sensación térmica agradable y de repente todo quedo en silencio y comenzó un canto, un canto que inundo la ciudad, salía de todos lados, tras detallar no era uno solo eran muchos de ellos, pero ninguno se mezclaba ni interrumpía, era un llamado solemne, lleno de esperanza, tras el algunos rostros se notaban urgidos por llegar a algún sitio, eran las 13:20 y escuchaba el Adhan o llamado a la oración musulmán.
Una larga caminata por SultanAhmet mientras buscaba mi hotel me hizo recordar las palabras de mi amigo Bolel “Vas a querer vomitar de tanto ver mezquitas”, las vi de todos los tamaños, en todos los colores, al tener una visión de 160° sobre cualquier punto de la ciudad divisabas mínimo 3 mezquitas es asombrosa la devoción religiosa por acá, y bueno nunca sentí ganas de vomitar por ver tantas al contrario me generaban mucha curiosidad.


miércoles, 18 de agosto de 2010

El comienzo y el primer contacto con Europa y los europeos








Después de laborar continuamente por 14 meses consecutivos, la mente se encajona y se vuelve rígida e inflexible, los sueños se vuelven mas escuetos, se va perdiendo el color en ellos y un sentimiento de vivir la realidad amarga el alma, sobras de sedentarismo agonizante nublan el horizonte……Pero un renegado vive batallando por romper la rutina y la respuesta a esos 14 meses de aburrido trabajo se encuentra en un boleto aéreo comprado con 3 meses de anticipación para la mismísima Estambul. Antigua Bizancio, renombrada Constantinopla por Constantino el grande, sede el imperio Otomano y capital de Tracia, actual megapolis conocida en turco como Istanbul, la considere como una buena anfitriona para recibirme y dar comienzo a mis andanzas por las tierras que cruzaron la ruta de la seda, profetas bíblicos, cristianos en retirada, cruzados en búsqueda del cielo y hasta charlatanes como yo.
Ya los días para el despegue eran menos, algunas previsiones tomadas eran necesarias para evitar contratiempos, otras no planificadas pusieron un toque amargo y nostálgico a mi no comenzada aventura, mi despedida de Venezuela iba a ser incompleta, alguien faltaba por pedirle la bendición y ese alguien seguiría ausente a mi regreso, ausente en físico no en espíritu, mi Viejo.
Una cena en familia y una borrachera entre amigos fueron mi despedida de mi ciudad Maracaibo, en horas de la mañana di comienzo a la travesía con rumbo a Caracas, la frase “Si no tiemblas al viajar no estas disfrutando el viaje” cobro sentido yo lo disfrutaba muchísimo al igual que mi intoxicación etílica. En Caracas me recibieron “Por el medio de la calle” un festival callejero en Chacao muy colorido, loco y empalagoso, dementes por todos lados, los considero así porque son seres que solo esperan una oportunidad donde la multitud los mimetice y explotan en euforia dando “abrazos gratis” a todo el mundo, cuando habitualmente no responden los buenos días en la calle. Otra noche mas entre amigos y perros calientes capitalinos era la antesala al trajín que me deparaba el siguiente día.
Una cancelación en mi vuelo a Roma provoco la perdida de mi conexión con Estambul, luego de una acalorada negociación con la gente de Alitalia, me brindo la oportunidad de estarme en Roma 24 horas, una escala que no estaba en mente pero como buen vago mi adaptabilidad es grande y para algo que no tenia un plan genere una gran travesía, durante el vuelo conocí a un poco del talento nacional, 2 chicos y 1 chica que iban a Moscú a entrenar para los juegos suramericanos y del Caribe por la especialidad de canoa, sorpresa grata la mía al enterarme luego que todos ellos ganaron oro bravo por ellos. Una noche corta muy corta, una llegada con un sol poco usual para mi reloj biológico, un maldito policía que me puteo la vida. Recibí como una patada la noticia de que mi autoconfianza y mi salamera labia no eran del agrado de las autoridades italianas, la conducta impredecible del sujeto y la barrera lingüística me saco de ritmo y en un pestañar de ojos mi seguridad se convirtió en temor, literalmente estaba cagado, el sujeto de a rato era un caballero y de a rato era un déspota, era ordenado y desordenado, un excelente jugador de los macabros juegos mentales, nada en mis tiempos de oscurantista me preparo para un ataque de ese calibre, si impredecible accionar me volvió loco a tal punto que me pregunto “Si no tienes nada que esconderme porque tiemblas” a lo que respondí con sinceridad “No me gustan los policías” seguido a esto me dejo en paz creo que fue por lastima.
Mi segundo encuentro con los locales fue menos traumático, esta vez no me discriminaron ni me miraron feo, solo me dijeron donde tomar el tren a Roma, 14 euros por un viaje de media hora me anticipo lo caro que seria esta ciudad. La camina por Roma fue tremenda larga y tendida, y con un dia de 16 horas mas todavía, el agua mas cara de mi vida y lo mejor que mirando a detalle se consigue totalmente gratis en cualquier fuente callejera.
No se ha comido un helado hasta que se come un gelato italiano, la textura es mas que cremosa rosando lo viscoso pero no lo repugnante, estos sujetos están en todo le quitan la conchita molesta a las avellanas y te ponen un toping de crema sin cargo extra, una barquillita para orientarme en búsqueda del coloso de Cesares y gladiadores el Coliseo. Ya ladillado de mirar y mirar el puto mapa callejero sin éxito alguno y con frustración acumulada me senté en una esquina a degustar lo que me quedaba de mi barquilla y justo cuando exhale y mire hacia un callejón, estaba allí al final de un angosto callejo el grandioso Coliseo. Nada de lo que se ve en tv, se lee en libros o se escucha por allí te prepara para estar parado frente a frente de ese coloso, hela la sangre y por unos minutos vuelas en el tiempo hasta que tanto turista empieza a joderte.
Después de caminar algunas decenas de kilómetros (Roma es asombrosamente plana) y mirar ruinas, ruinas, ruinas, ruinas y cosas muertas e inertes, me tropecé con algo vivo (a parte de los millares de turistas) músicos callejeros, es justo lo que necesitaban estas marrones y frías calles, un poco de picaresca música gitana, dos acordeones y un saxofón nunca antes sonaron mejores y le dieron mas sentido a un momento y le dan identidad a los recuerdos del coliseo y toda Roma.
Siguiendo camino tropiezo con el opulento Vaticano (Vatican city), es un sitio totalmente contradictorio, según ellos la casa de Dios, y para entrar a ella hay que pasar mas controles de seguridad que en un aeropuerto, te revisan hasta el culo, será que temen que alguien pueda matarlo y por otro lado tienen el agua mas cara que jamás haya visto 2 ½ euros por medio litro de agua, para eso me tomo una cerveza de 2 euros frente al vaticano, en mis quijotescas andadas me encontré con una boda y decidí sin meditarlo mucho colarme en ella, total era sobre un puente que cruza sobre el rio Tevere solo queda parafrasear una cita de Homero Simpson “Anda la osa que opulencia la de Roma”.






Entre la breve reseña que me dio mi amigo Jj me recomendó visitar la Fontana di Trevi, bueno esta estaba a otro montón de calles de donde me encontraba, ya las grandes distancias no me sorprenden, puentes, calles empedradas y románticos callejones me arrojaron a la Plaza Novona, sin duda mi lugar favorito en Roma, sencillamente pago el retraso y la parada en Italia. Larga y angosta con un ambiente bohemio, gente pintando, cantando, actuando o tomando (como yo), se respira un aire de tranquilidad absoluta a pesar de estar llena de turistas pero lo importante no estaba atestada, pude darme el lujo de sentarme en una banca al lado de una fuente y mojar mis cansados pies. Seguí a la fontana di Trevi y no encontré mas que gente a perder apenas se veía la fuente entre el gentío. Para cerrar la noche cene unos espaguetis y un litro de vino de la casa, muy italiano y muy caro. A media noche cuestione la calidad de la comida ya que pensé tener alucinaciones ya que escuchaba cuervos y sorpresa la mía al ver un montón de esos pajarrucos negros graznando en mi ventana, este seria mi primer encuentro con esos pájaros y no el ultimo.





jueves, 15 de julio de 2010

La muerte de un pez





Despues de media hora me anime a volver al agua, esta vez con la firme intencion de utilizar el arpon , una cosa fue querer dispararlo otra fue poder cargarlo vaya trabajo tan pesado y mas para hacerlo flotando en el agua, ya con el arpon listo y cargado lo que tocaba era buscar una victima, claro tomando encuenta los parametros de caceria que me habian dado con anterioridad (nada inferior a 3 kg), bueno nada mas lejano de la realidad solo pequenines por alli, pues me ladille de nadar y buscar y nada ya no queria comer pescado ni menos seguir las normas solo queria utilizar el arma en algo, pense en disparar a la nada pero naaaa, queria ver el dano que ella causaba asi que me decidi por un pequeno pez del tamano de mi mano que estaba a 3 mts de mi, lo aseche, apunte y PUUUM la escaramuza de bajo del agua, el freneci por vivir, al disiparce el sedimento solo estaba un pobre pez atravezado de lado a lado por la filosa vara metalica y sujetado por un gancho, asomaban de el algunas vıceras, aun se movia yo pensaba que moriria pronto y nada solo prolongaba su agonia, mis lecciones de uso de arpon no decia como retirar la filosa punta de un ser vivo, mi primera intencion fue matar al pobre desgraciado, desgracia que yo le ocacione fracase rotundamente el pobre aun seguia vivo moviendoce en el acero como un bizarro pincho, tras un momento de lucides rezone como retirar el acero del cuerpo del pobre, espere verlo flotar boca arriba pero luego de soltarlo el hijo de puto salio disparado a esconderse en las rocas, el desgraciado no iba a darme la tranquilidad de que su dolor habia terminado, noooo me dejo la incertidumbre de cuanto mas sufriria.
Seguido a mi dantesco atropello a la vida sali del agua y me arrecoste sobre una roca por unas horas a descansar y a meditar, recorder una anectota del viejo muy similar a la mia solo que esta fue en tierra firme, con una escopeta y la victima fue un pobre pajarillo, el pobre no supo nunca lo que le paso, solo de desintegro dejando el mismo sentimiento en el Viejo que sobre mi pesaba.
Quizas necesitaba eso para crecer como persona, en ocasiones futuras meditare mas mis acciones y dejare un poco de lado tanto hedonismo descontrolado.